El ruso Salzman tuvo muchas novias. Y a decir verdad solía dejarlas al poco tiempo. Sin embargo jamás se olvidaba de ellas.
Todas las noches sus antiguos amores se le presentaban por turno en forma de pesadilla. Y Salzman lloraba por la ausencia de ellas.
La primera novia, la verdulera de Burzaco, la pelirroja de Villa Luro, la inglesa de La Lucila, la arquitecta de Palermo, la modista de Ciudadela. Y también las novias que nunca tuvo: la que no lo quiso, la que vio una sola vez en el puerto, la que le vendió un par de zapatos, la que desapareció en un zaguán antes de cruzarse con él.
Después Salzman lloraba por las novias futuras que aun no habían llegado. Los hombres sabios no se burlaban del ruso pues comprendían que estaba poseído del más sagrado berretin cósmico: el hombre quería vivir todas las vidas y estaba condenado a transitar solamente por una.
Aprendan a soñar los que se contentan con sacar la lotería...
Todas las noches sus antiguos amores se le presentaban por turno en forma de pesadilla. Y Salzman lloraba por la ausencia de ellas.
La primera novia, la verdulera de Burzaco, la pelirroja de Villa Luro, la inglesa de La Lucila, la arquitecta de Palermo, la modista de Ciudadela. Y también las novias que nunca tuvo: la que no lo quiso, la que vio una sola vez en el puerto, la que le vendió un par de zapatos, la que desapareció en un zaguán antes de cruzarse con él.
Después Salzman lloraba por las novias futuras que aun no habían llegado. Los hombres sabios no se burlaban del ruso pues comprendían que estaba poseído del más sagrado berretin cósmico: el hombre quería vivir todas las vidas y estaba condenado a transitar solamente por una.
Aprendan a soñar los que se contentan con sacar la lotería...
Fragmento de "Crónicas del Ángel Gris", capítulo XIII titulado "Historias de amor", de Alejandro Dolina. Las negritas me pertenecen.
Bella coincidencia.
ResponderEliminar¿Entre qué y qué estimado/a anónimo/a?
ResponderEliminarAlgún día espero contar con la posibilidad de decírtelo, pasen cinco, diez años o toda una vida...
ResponderEliminarLamento decir que no soy buen amigo de la intriga y la cobardía. Mucho menos partidario de dejar que el tiempo corra...
ResponderEliminarTenés razón. La coincidencia fue que justamente en estos días estoy leyendo ese bellísimo libro.
ResponderEliminarBorrá los comentarios si te molestan.
Sé feliz.
*Eclipse
ResponderEliminar(Fue por el apuro de escribirlo antes de arrepentirme).
Entiendo. Lo he leído hace un tiempo, pero lo tengo marcado porque siempre vuelvo a él debido a determinadas situaciones que se dan en la vida cotidiana.
ResponderEliminarNo me molestan los comentarios, sino la cobardía, tal como expliqué antes.
Gracias por el deseo (¿o la orden?) de ser feliz. Afortunadamente, lo vengo logrando.
Saludos,
Era un deseo, obviamente, esas cosas no pueden ordenarse. Me alegra que lo seas.
ResponderEliminarEl deseo es mutuo. Al final no pasaron ni cinco años, ni diez, solamente unos minutos. ¡Qué fácil es decir las cosas!.
ResponderEliminarEl ruso Salzman , inevitablemente me recuerda a "Funes el memorioso" , se le escapo a Borges este problema que Alejandro tan bien pinta
ResponderEliminarNo se me había ocurrido esa relación, pero podría andar...
ResponderEliminarPor cierto, gracias por escribir "Anónimo".
ResponderEliminarjaj de nada , gracias a vos por publicar esta historia , siempre es lindo encontrar un alma a la que le conmueven las mismas cosas que a uno.
ResponderEliminarDe eso se trata la vida.
ResponderEliminarSi tenés alguna página personal, o al menos una identidad para compartir, bienvenido/a seas.