29 abr 2014

Buenos Aires en bicicleta. La oportunidad de mirar hacia arriba

Buenos Aires es inagotable como ciudad y siempre se puede redescubrir. Solamente hace falta esperar el fin de semana, para poder recorrerla sin bancos, casas de cambio, tribunales y oficinas en actividad. Es decir, con un poco de paz y sin el movimiento característico de la urbe. Sólo así es posible admirarla en todo su esplendor.

La bicicleta es el vehículo ideal para poder abarcar muchos sitios de Buenos Aires en un día. Sus distancias son demasiado largas para recorrerla a pie. Sobre la bici, no nos perdemos ninguna esquina, ningún edificio, ninguna construcción, ningún rincón. Podemos hacer tantas paradas como queramos, sin tener que preocuparnos por conseguir un lugar para estacionar o por tener que dejar un taxi o colectivo para luego volver a tomar otro. Y por sobre todas las cosas, admiramos el paisaje sin ventanillas de por medio, pudiendo respirar el aire.

Cuando compré mi primera bicicleta, una de las primeros recorridos que hice fue por la ciudad, sin rumbo ni recorrido predeterminado.

Esta vez, decidí hacer un listado con una serie de lugares que no podía dejar de visitar y observar con la tranquilidad de la mañana de un sábado soleado acompañándome. Como si fuese un turista que viniera a empezar a conocer Buenos Aires, pero con la enorme satisfacción de ser argentino.

Partiendo desde General San Martín, Provincia de Buenos Aires, crucé la Av. General Paz, tomando la Av. San Martín, hasta Av. Juan B. Justo, donde giré a mi izquierda hasta cruzar la famosa Av. Corrientes, doblando hacia la derecha.

Habiendo hecho unas pocas cuadras, ya empecé a notar lo importante que es pedalear tranquilo, sin las presiones de los días hábiles que nos impiden apreciar ciertos detalles. Uno de estos "detalles" fue el hermoso "Templo Jesús Sacramentado", ubicado sobre la Av. Corrientes al 4433.




Luego de quedarme un buen rato en la vereda del Templo, tanto para observar sus detalles como para descansar y tomar un poco de agua, seguí mi rumbo hacia el centro, siempre por Av. Corrientes, copiando el recorrido de la línea B del subte. Sobre la izquierda, me detuve a fotografiar el siempre hermoso edificio del Abasto, a la altura de la estación Carlos Gardel.


A unas pocas cuadras, y habiendo ya cruzado la Av. Callao, a la altura del Teatro San Martín, giré a mi derecha para llegar a Av. de Mayo y, doblando nuevamente hacia la derecha, llegar a la hermosísima Plaza Congreso.















Volviendo por Hipólito Yrigoyen para retomar Av. de Mayo a la altura de Piedras, resulta interesante hacer algunas escalas: en el Café Tortoni, por ejemplo, para admirar también y a muy pocos metros, desde la vereda de enfrente, debido a su inmensidad, el Palacio Barolo, otra histórica y preciosa construcción.






El siguiente destino visitado fue el barrio de San Telmo, al cual llegué tomando la calle Tacuarí, hacia la izquierda, hasta llegar a la Av. Belgrano, girando nuevamente a la izquierda, hasta la calle Bolivar, que nos deposita en la zona turística de San Telmo, pero no sin antes dejarnos disfrutar de más preciosas construcciones.




Pasando por la Plaza Dorrego pude ver una manzana atestada de puestos comerciales, por entre medio de los cuales a gatas se podía caminar, lo cual generó que me irritara un poco y volara rápidamente de este lugar.




Ahí nomás, a unas pocas cuadras, sobre la calle Carlos Calvo al 257, se encuentra la preciosa Iglesia Dinamarquesa, prácticamente escondida, a media cuadra de la Av. Paseo Colón.




Y con solo hacer cincuenta metros más, encontramos el Ministerio de Agricultura y Ganadería, lindero de la Facultad de Ingeniería. Ambos sobre la Av. Paseo Colón.






Después de haber realizado estas pequeñas escalas por San Telmo, seguí pedaleando en dirección a la Casa Rosada, a la cual se llega tomando la Av. Paseo Colón, en dirección hacia el centro. Siguiendo la rotonda con la que nos topamos y retomando hacia la izquierda, arribaremos en la bellísima Plaza de Mayo, desde la cual puede observarse la Casa Rosada, el Banco de la Nación y la Catedral de Buenos Aires, a lo lejos, entre otras construcciones maravillosas.



Este lugar ameritaba quedarse un buen rato, por lo que saqué el termo de la mochila y me puse a tomar unos mates. Se acercó, al rato, André, un brasileño hincha del Corinthians, que se encontraba de paseo por Buenos Aires y pensaba visitar la Bombonera ese mismo día. Se mostró muy a gusto con nuestra ciudad, se lamentó por no contar con más tiempo para recorrerla y me preguntó si era seguro circular en bicicleta por Buenos Aires, ya que él está acostumbrado al tránsito de San Pablo, donde lamentablemente muere un ciclista por día. Le hice saber que si bien no resultaba del todo inseguro pedalear por Buenos Aires, la paz que estábamos admirando era propia de un fin de semana, ya que no existe durante los días hábiles.
















Después de varios mates y otras tantas fotos, aproveché para retirar unas entradas frente al Teatro Gran Rex, y de paso fotografiar la cartelera de los genios del humor.



Ahí nomás, a unas pocas cuadras, el Obelisco, el Palacio de Justicia, el Mirador Massue (Edificio Plaza Tribunales), el Teatro Cervantes y el único e imponente Teatro Colón. Todo en cinco cuadras a la redonda.







Para concluir, tomé la calle Libertad para salir luego a Av. Libertador y, tras girar a la izquierda, arribar mi querida Facultad de Derecho.



Cruzando el puente que pasa por sobre la Av. Figueroa Alcorta, llegamos a Plaza Francia, donde además del popular Cementerio de la Recoleta, podemos admirar la Iglesia Nuestra Señora del Pilar.






Luego de otra parada para tomar algunos mates, con el sol en una posición clave, me dirigí hacia la Biblioteca Nacional, a la cual se llega tomando la Av. Las Heras, hacia la derecha, hasta la calle Agüero, a unas pocas cuadras de Plaza Francia.





Una vez finalizado el recorrido planeado por el centro de Buenos Aires, volví hacia San Martín, pasando por los lagos de Palermo en primer lugar y luego por el río de Vicente López, la escala final...


Fue una mañana genial, recorriendo las calles de Buenos Aires, con ese hermoso sabor de sentir que todavía queda mucho más por visitar y descubrir, en una ciudad llena de secretos... Siempre a bordo de la amada bicicleta.


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