Siempre me molestaron los desinteresados. Los que no poseen ansias, inquietudes, ni siquiera una leve curiosidad por entender la realidad, o las múltiples realidades cotidianas.
Hoy, me entristece declarar que esa molestia, es un sentimiento menor comparado con la preocupación que me generan los interesados que parecen ir por la vida fomentando la batalla discursiva, llegando a niveles de agresividad dictatoriales.
Observando ambas veredas ideológicas, no vemos más que un intercambio de agravios, que ninguna conclusión nos permiten extraer.
¿Será que las redes sociales, al permitir que mediante un simple "clic", miles de personas conozcan nuestra opinión, han dejado al descubierto el alto contenido de violencia que parecía inexistente en muchas personas?
La pantalla de inicio de mi cuenta de Facebook posteriores a las últimas elecciones, produjo un sentimiento de resignación en mi, que se tradujo en admitir que estamos viviendo en una sociedad que cada día se torna un poco más violenta y menos respetuosa.
Algunos parecen responder a un decálogo dogmático que incluye pautas que el pensamiento propio no debe resquebrajar, aún cuando la lógica y el buen sentido (gracias José Ingenieros) les demuestren lo equivocados que están.
Hoy, me entristece declarar que esa molestia, es un sentimiento menor comparado con la preocupación que me generan los interesados que parecen ir por la vida fomentando la batalla discursiva, llegando a niveles de agresividad dictatoriales.
Observando ambas veredas ideológicas, no vemos más que un intercambio de agravios, que ninguna conclusión nos permiten extraer.
¿Será que las redes sociales, al permitir que mediante un simple "clic", miles de personas conozcan nuestra opinión, han dejado al descubierto el alto contenido de violencia que parecía inexistente en muchas personas?
La pantalla de inicio de mi cuenta de Facebook posteriores a las últimas elecciones, produjo un sentimiento de resignación en mi, que se tradujo en admitir que estamos viviendo en una sociedad que cada día se torna un poco más violenta y menos respetuosa.
Algunos parecen responder a un decálogo dogmático que incluye pautas que el pensamiento propio no debe resquebrajar, aún cuando la lógica y el buen sentido (gracias José Ingenieros) les demuestren lo equivocados que están.
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