25 mar 2011

Historia del que no podía olvidar. Por Alejandro Dolina

El ruso Salzman tuvo muchas novias. Y a decir verdad solía dejarlas al poco tiempo. Sin embargo jamás se olvidaba de ellas.
Todas las noches sus antiguos amores se le presentaban por turno en forma de pesadilla. Y Salzman lloraba por la ausencia de ellas.
La primera novia, la verdulera de Burzaco, la pelirroja de Villa Luro, la inglesa de La Lucila, la arquitecta de Palermo, la modista de Ciudadela. Y también las novias que nunca tuvo: la que no lo quiso, la que vio una sola vez en el puerto, la que le vendió un par de zapatos, la que desapareció en un zaguán antes de cruzarse con él.
Después Salzman lloraba por las novias futuras que aun no habían llegado. Los hombres sabios no se burlaban del ruso pues comprendían que estaba poseído del más sagrado berretin cósmico: el hombre quería vivir todas las vidas y estaba condenado a transitar solamente por una.
Aprendan a soñar los que se contentan con sacar la lotería...


Fragmento de "Crónicas del Ángel Gris", capítulo XIII titulado "Historias de amor", de Alejandro Dolina. Las negritas me pertenecen.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Bella coincidencia.

Leonel Javier Ciliberto dijo...

¿Entre qué y qué estimado/a anónimo/a?

Anónimo dijo...

Algún día espero contar con la posibilidad de decírtelo, pasen cinco, diez años o toda una vida...

Leonel Javier Ciliberto dijo...

Lamento decir que no soy buen amigo de la intriga y la cobardía. Mucho menos partidario de dejar que el tiempo corra...

Eclispe. dijo...

Tenés razón. La coincidencia fue que justamente en estos días estoy leyendo ese bellísimo libro.
Borrá los comentarios si te molestan.
Sé feliz.

Anónimo dijo...

*Eclipse
(Fue por el apuro de escribirlo antes de arrepentirme).

Leonel Javier Ciliberto dijo...

Entiendo. Lo he leído hace un tiempo, pero lo tengo marcado porque siempre vuelvo a él debido a determinadas situaciones que se dan en la vida cotidiana.
No me molestan los comentarios, sino la cobardía, tal como expliqué antes.
Gracias por el deseo (¿o la orden?) de ser feliz. Afortunadamente, lo vengo logrando.

Saludos,

Eclipse. dijo...

Era un deseo, obviamente, esas cosas no pueden ordenarse. Me alegra que lo seas.

Leonel Javier Ciliberto dijo...

El deseo es mutuo. Al final no pasaron ni cinco años, ni diez, solamente unos minutos. ¡Qué fácil es decir las cosas!.

Anónimo dijo...

El ruso Salzman , inevitablemente me recuerda a "Funes el memorioso" , se le escapo a Borges este problema que Alejandro tan bien pinta

Leonel Javier Ciliberto dijo...

No se me había ocurrido esa relación, pero podría andar...

Leonel Javier Ciliberto dijo...

Por cierto, gracias por escribir "Anónimo".

Anónimo dijo...

jaj de nada , gracias a vos por publicar esta historia , siempre es lindo encontrar un alma a la que le conmueven las mismas cosas que a uno.

Leonel Javier Ciliberto dijo...

De eso se trata la vida.

Si tenés alguna página personal, o al menos una identidad para compartir, bienvenido/a seas.