Hay un silencio pregnante, esta tarde, en mi casa. Todo está cargado de presencia. Anoche tenía un remolino en el pecho, después del concierto, que sólo se pudo ir aflojando al leer los hermosos comentários que ustedes dejaron, y las lágrimas que refrené para poder cantar empezaron a salir.
Dicen que hoy es, en el hemisferio sur, el día en que el velo entre los mundos es más delgado y permeable. Este es el día en que se honra a los que ya hicieron el tránsito hacia el más allá. Notablemente, unas semanas antes, me surgío nombrar este concierto "Puentes Amarillos" no sólo por citar la hermosa imagen de una de las canciones más importantes de Luis, sino porque me gustaba la idea que, ya desde el título, intentara tender un puente que le alcanzara ese abrazo adonde fuera que estuviese.
El momento en que ustedes le cantaron "Muchacha..." fue exactamente eso. Un puente. El velo se abrió, seguramente, y él los debe haber escuchado cantar con el corazón abierto. Esa es la más grande recompensa para un músico, para un poeta: hacerse voz del corazón de todos.
Gracias por haber estado ahí, gracias por haberlo seguido desde tantos rincones del mundo, gracias por ayudarme a abrazar. Todavía tengo más lágrimas que soltar hasta poder dimensionar lo que pasó anoche. Ojalá Luis lo haya recebido.
Un abrazo agradecido para ustedes también.
Pedro
30/04/2012
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